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Aunque las medidas de distanciamiento social nos protegen del coronavirus, también pueden afectar nuestra salud física y mental. Conozca aquí los efectos del confinamiento.

La pandemia del Covid-19 ha afectado la salud de todas las personas. No solo de aquellas que han sido infectadas con el virus, sino también de las que se han visto obligadas a mantener las medidas de aislamiento social y así evitar un eventual contagio. Y es que, aunque por ahora lo mejor es quedarse en casa, la vida en confinamiento y con poca movilidad también puede causar dolencias en nuestro cuerpo.

Carlos Manuel Escobar Galindo, magíster en Ergonomía, terapeuta ocupacional y profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, señaló que estar confinado durante mucho tiempo y llevar una vida sedentaria afecta la ergonomía de nuestro cuerpo y hace que este pierda fuerza; pero no solo eso, también disminuyen nuestra capacidad aeróbica y hasta la actividad cardiaca y cerebral.

El experto hizo un repaso de lo que podría pasar en nuestro organismo por los meses que llevamos en aislamiento y que nos ha hecho adoptar una vida con menos actividad:

  • Se reduce la masa muscular y la fuerza

Cuando uno realiza poca actividad física los grupos musculares experimentan un fenómeno llamado hipotrofia, que consiste en la reducción del volumen de la masa muscular. Esta situación a la larga ocasiona que haya poca fuerza para realizar cierto tipo de actividades. Además, si el oxígeno no llega en forma adecuada a los músculos, se experimenta fatiga. El efecto es mayor en personas de edad avanzada que no tienen una vida activa y permanecen largo tiempo sentados o echados, pues puede dar lugar al deterioro físico.

  • El cuerpo adopta posturas inadecuadas

El hecho de que las personas trabajen o estudien en el hogar puede afectar la postura corporal. Ello porque la mayoría usa el mobiliario de la casa, que no siempre es el más adecuado para esa labor. Una mala postura no solo genera incomodidad, sino que influye en el patrón de escritura de los niños pequeños, pues a esta edad los músculos son muy blandos y se pueden moldear de forma inadecuada. La situación podría generar también desviaciones de la columna muy pronunciadas, como la escoliosis, que genera cansancio rápido y dolor.

  • Disminuye la frecuencia cardiaca

La falta de movimiento también hace que el consumo de oxígeno en el cuerpo cambie y se pierda capacidad aeróbica, con lo cual la frecuencia cardiaca se reduce, es decir que el corazón no late con tanta fuerza y se debilita. Uno se puede dar cuenta cuando camina una cuadra; en condiciones de actividad normal se hace sin esfuerzo, pero si ahora usted empieza a hiperventilar es señal de que algo anda mal. Mientras uno haga más actividades, el corazón responde mejor y además reduce los niveles de grasas en la sangre, el colesterol y los triglicéridos que se depositan en las paredes de las arterias.

  • Puede empezar el deterioro cognitivo

Normalmente nuestro sistema nervioso está en contacto con el medio que nos rodea. Cuando trabajamos, estudiamos o ejecutamos diferentes actividades, nuestro sistema nervioso procesa información todo el tiempo. Sin embargo, al estar recluidas en el hogar las personas están privadas de contacto y disminuye la interacción, experiencias o nuevos aprendizajes. Entonces empieza el deterioro cognitivo, que se manifiesta con la reducción de la capacidad de atención y la memoria. Los adultos mayores son más sensibles a esta situación.

  • Aumenta el estrés, la ansiedad y depresión

Los meses de confinamiento en casa con poco o ningún contacto social también puede generar estrés, depresión, ansiedad o agravar trastornos mentales. Contribuyen a esta situación el trabajo remoto, el aumento de responsabilidad en casa, así como el desempleo, la reducción de ingresos, el duelo tras perder a un ser querido o el temor al contagio. A causa de esta situación las personas pueden cambiar sus hábitos de alimentación y presentar fatiga o sudoración excesiva. En casos más graves se pueden sentir náuseas, palpitaciones, dolor de pecho, o falta de aire.

Carlos Escobar alertó que los efectos de la vida en aislamiento pueden permanecer con nosotros durante muchos años, por eso dio dos recomendaciones básicas para mantener el equilibrio entre el trabajo, el esparcimiento y la vida diaria y así evitar una afectación mayor:

1. Incorporar en casa el concepto de ergonomía. Esto consiste en mejorar el confort en la actividad que uno desempeña. Se puede empezar adecuando la silla de estudio o de trabajo, colocando una caja bajo los pies, para así evitar que estos queden colgando. Si la computadora está muy elevada, hay que bajarla a la altura de los ojos; por el contrario, si está muy baja, hay que elevarla poniendo abajo algunos libros. Además, es mejor usar un teclado extra y un mouse, y tratar siempre de que nuestros codos estén a la altura de la mesa.

2. Realizar diariamente algún tipo de actividad física. Aunque es importante que se mantenga el distanciamiento social, la actividad no debe parar. El cuerpo es un ente físico, mental y social y necesita estar en equilibrio. Puede sacar a pasear a su mascota y realizar caminatas, pero recuerde que no se trata solo de mirar el paisaje y regresar a casa. Empiece dando una vuelta al parque y luego aumente a dos o tres por día. Otra opción es bailar o manejar bicicleta y, si está muy agobiado por el trabajo, haga pausas y levántese de la silla para realizar estiramientos al menos por 10 minutos cada hora.

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